El 15 de noviembre, el equipo directivo, docente y administrativo del Instituto Miguel de Cervantes (IMC) tuvieron un encuentro con benefactores y amigos en honor del próximo XX aniversario del colegio, el 21 de noviembre de 2024.

El colegio, ubicado en Puebla de los Ángeles (México), ofrece una oferta educativa desde infantil hasta bachillerato basada en los métodos pedagógicos del jesuita Pierre Faure.

La celebración del aniversario, que ha llevado meses de actividades preparatorias, incluida una reforma integral de la imagen corporativa, culminará el viernes 21 con una misa de Acción de Gracias en la capilla del instituto, un torneo deportivo intercolegial y un convite entre los participantes.

 

Palabras del director del IMC

El director del Instituto, P. Jorge Martínez, S. de J., presidió el evento al que también acudió el Superior General, P. Carlos Balderas, S. de J.

El director invitó a los asistentes a reconocer y agradecer los dones y gracias que Dios ha prodigado durante los años de labor del colegio. Después de entonar el Te Deum en la capilla de la escuela, se procedió al convite.

Por su interés, compartimos las palabras que el P. Jorge Martínez dirigió a los presentes:

 

 

Queridos benefactores, equipo de Gobierno de los Siervos de Jesús, colaboradores y amigos:

Gracias por aceptar la invitación a este encuentro. Nos complace mucho tenerlos en esta su casa.

Hemos querido preparar este encuentro sencillo pero lleno de afecto hacia ustedes para agradecerles su valiosa amistad y colaboración en este proyecto que comenzó hace 20 años. Siguiendo el sueño y la intuición de nuestro fundador, el P. José Pereda, y con la generosa entrega y entusiasmo de los PP. José Manuel Torres y Francisco Peláez, el Instituto Miguel de Cervantes inició sus actividades en el curso 2004 – 2005.

Con unos ideales bien claros, los fundadores colocaron los cimientos guiados por el noble deseo de «ayudar almas para mayor gloria de Dios».

Por la tradición cristiana sabemos que las escuelas son una verdadera “tierra de misión”. Así nos lo muestra la larga lista de santos que han dedicado su vida a la educación y que inspiran hoy muchos de los más exitosos modelos pedagógicos.

La escuela es un espacio donde pueden sembrarse los más profundos valores del Reino de Dios.

Hoy se habla mucho en los institutos religiosos de misión compartida. La escuela es un espacio particularmente oportuno para experimentar a flor de piel esta misión que se comparte.

Es misión porque ante todo se trata de una respuesta responsable a la invitación (al envío) de «ir y enseñar» (Cfr. Mt 28,19-20) que hace el Resucitado a sus discípulos. Y es compartida porque es el lugar donde los esfuerzos de padres de familia, profesores, colaboradores, benefactores que deseamos contribuir a una sólida formación de las generaciones, por formar personas, hombres y mujeres de bien, deben sumarse.

El éxito de la misión se garantiza en la medida en que se comparte la responsabilidad, los esfuerzos, las preocupaciones, las alegrías y las cargas.

En los tiempos en los que nos toca vivir, la sociedad mira hacia nosotros (las escuelas, los centros de formación, la Iglesia) esperando que abramos caminos de respuesta a los desafíos que el mundo nos presenta.

Es nuestro deber contribuir para formar personas capaces de discernir los signos de los tiempos con serenidad y lucidez, abrazando en todo momento aquello que ayude a una sociedad más humana, más justa, más pacífica. Discernir en medio de las ideologías los reflejos de la Verdad, los caminos hacia el Reino.

A lo largo de estos casi 20 años de camino hemos hecho el esfuerzo por formar personas con la inspiración de la pedagogía ignaciana. También nos hemos tropezado, y por ello pedimos perdón. Pero es nuestro deseo seguir caminando y seguir esforzándonos por responder a la misión que se nos ha encomendado.

Es por lo anterior que hoy agradecemos a todos ustedes y les pedimos que sigamos sumando esfuerzos para crecer en el cumplimiento de esta hermosa tarea. Semper Maior, es el motu ignaciano que nos mueve: buscar siempre lo que más contribuya a la gloria de Dios y al bien de las almas, al bien de las personas. Gracias.

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